sábado, 2 de junio de 2007

El precio de la verdad

Érase una vez, un joven periodista, llamado Stephen Glass, se inventó la totalidad o parte de los hechos que contaba en 27 de los 41 artículos que escribió para la prestigiosa revista política The New Republic. Sí, Stephen Glass mintió a sus lectores, y no sólo una vez, sino varias hasta que Adam Penenberg, periodista de la revista digital Forbes, descubrió que el último artículo de Glass, "El paraíso del Hacker"("Hack Heaven" en inglés) era una completa mentira.
En él, Stephen Glass hablaba de una supuesta convención de hackers y contaba la historia de Ian Restil, un hacker de 15 años, quien había entrado en la base de datos de una gran firma de software libre, Jukt Micronics, para luego exigir a la propia compañía dinero y un coche deportivo, si ésta quería conseguir que Ian dejara de hackear su base de datos.
Una gran historia si hubiera sido cierta, pero nada de eso ocurrió en la realidad. Todo estaba en la imaginación de Glass, quien estuvo engañando a sus lectores, a sus compañeros de trabajo y a sus jefes hasta el 11 de mayo de 1998.
Ese día Forbes hizo público el escándalo. Con él Stephen Glass vio como su carrera periodística en The New Republic se había acabado, pero como contrapartida, para el periodismo digital supuso un gran avance: un medio on-line había puesto en evidencia a un medio tradicional, que por ser eso mismo, tradicional, tenía mayor credibilidad y mayor peso en el mundo del periodismo que una revista digital.


Aquella noticia no podía ser olvidada. Por ello, Billy Ray quiso llevar al cine esta historia y para ello,contó con actores como Hayden Christensen y Peter Sarsgaard. El precio de la verdad (Shattered Glass, en inglés) fue el título elegido para la película. Film que en 99 minutos cuenta de manera riguroso los hechos, así como hace una magnífica reflexión sobre la ética periodística y la culpa que conlleva faltar a la responsabilidad profesional.

"El reportaje es el cuento de lo que pasó, un género literario asignado al periodismo para que el se necesita un narrador esclavizado a la realidad. Y ahí entra la ética. En el oficio de reportero se puede decir lo que se quiera con dos condicones: que se haga de forma creíble y que el periodista sepa en su conciencia que lo que escribe es verdad. Quien cede a la tentación y miente, aunque sea sobre el color de los ojos, pierde". Esta frase de Gabriel García Márquez refleja la determinada concepción ética del periodismo: los periodistas tenemos el compromiso con los ciudadanos de buscar la verdad y no mentir.